Córdoba: cuando los patios duermen 

Las casas de Córdoba esconden jardines secretos cuyo sentido es aportar luz, aroma y frescor incluso cuando el sol está lejos. Bienvenidos al invierno de los patios cordobeses.
Patio cordobs
Beatriz Janer 

Dejarse llevar por Córdoba, de la mano o sin pareja, es un placer que se disfrutará con mayor gusto si se realiza lejos de los meses de verano. Famosa por batir récord de temperaturas, la antigua capital omeya arde durante el estío, sumida en una especie de sartén geográfica que la coloca en el centro de un hervidero. Consideren visitarla en invierno, cuando las aceras ya no son lava, y se puede tomar un helado sin ahogarse dentro. 

Los cordobeses no pueden elegir cuándo visitan la ciudad donde viven y aman, por lo que han ideado una solución arquitectónica heredada de sus antepasados romanos: el patio. Común a toda Andalucía, el patio cordobés destaca por las flores, el agua, lo angosto de sus hechuras que por tantos cuidados parecen anchas, y el toque oriental que desprenden los azulejos que los adornan.

Ver fotos: Córdoba y sus patios: un paseo lleno de nostalgia

EL BARRIO DE SAN BASILIO

Los patios de Córdoba van por barrios. Procuren caminar despacio, y no se asomen si es un espacio privado. Hay vida en estos jardines urbanos reducidos al mínimo, y es el calor humano lo que les permite seguir brillando

Aquellos que se abren tras las viviendas del barrio de San Basilio, muy cerca del Alcázar de los Reyes Cristianos, han ganado tantos premios que la vida se ha ido esfumando de sus escaleras, y junto al agua de las fuentes ya no rebota la risa de los niños madrugadores. 

Los patios del barrio San Basilio son un soplo de aire fresco.

Beatriz Janer

De todas maneras, merece la pena asomarse a los patios de los números 20, 17 y 40, en la calle San Basilio. El Mesón del mismo nombre también posee un patio tabernero, plagado de mesas de mantel verde en las que se han derramado cientos de salmorejos. Un buen lugar, sencillo y pintoresco, como su dueño.

ENTRE PATIOS Y SALMOREJO

Saldrán de San Basilio recorriendo calles que conservan el antiguo trazado que los musulmanes heredaron de los visigodos, y estos, de los romanos. La superposición de estratos históricos y culturales convierte a Córdoba en una suerte de botella donde se mezclan arenas de todas las playas del Mediterráneo

Apenas falta esquina que no sea soportada por una columna de mármol romano que culmina en capitel godo o islámico, ni fuente que no recuerde a las grandes bañeras que utilizaban los patricios para darse un baño. 

Y de pronto, el grano de arena del pueblo andaluz se impone sobre el pasado, echando a relucir la gracia que hace falta para dedicar una calle al “salmorejo cordobés. Vayan a visitarla, y de paso, apunten la receta de la famosa sopa fría que se exhibe en azulejo donde comienza la calleja. Por si les da hambre, en el cercano Restaurante Almudaina podrán solucionarlo en un patio de aire añejo que huele a rabo de toro.

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LA NOCHE ES PATIO 

Un típico paseo cordobés, perfecto para digerir la cena degustada en algún restaurante de la Ribera, es recorrer de lado a lado el bello puente romano. Por la noche, brillan los tejados de la mezquita y la torre de las campanas, mientras el puente recibe a músicos, tenderos y paseantes

En la ciudad, los patios comienzan a llenarse de conversaciones cada vez más altas bajo el jaleo de las risas y olor a jazmín que inunda los salones. Suenan acordes de guitarra, y en La Chiquita de Quini (Manríquez, 3) alguien arranca un taconeo. Poderoso embrujo el flamenco, que a nadie permite estar quieto: hasta el sordo da palmas por debajo de la mesa, mientras el cantaor afina por encima de los olés.

La noche termina pronto bajo la danza y el cante, y la luna alumbra los patios de Córdoba sacándoles sombras dulces. Invitan a dormir en ellos, arrebujarse entre sus fuentes en un colchón de plantas, como descansaba Maimónides. Lo más parecido que podemos encontrar a dormir en un patio, entre los sueños de poetas cordobeses, se encuentra en el Eurostars Patios de Córdoba

Frases de Góngora y sus pupilos reciben al visitante a la sombra de las columnas del templo romano, y en el interior del hotel, escondido de los ruidos, brilla un patio del siglo XVIII que conserva la policromía original de sus paredes. Se hizo en tiempos donde los patios eran nobles, altivos y elegantes, acogedores salones donde los caballos andaluces eran mostrados ante sus admiradores.

La Chiquita de Quini nos espera en este encantador patio. 

Facebook La Chiquita de Quini

Si es pronto para dormir, y quedan fuerzas para la fiesta, muy cerca del Eurostars Patios de Córdoba se encuentra la plaza de la Corredera. Antiguo coso taurino que desprende aroma a provincias, lugar público que sin voces y abrazos no luce ni brilla, la Corredera ha heredado la función que un día tuvieron los circos romanos. El que se asoma a la plaza lo hace para divertirse, vibrar, conversar y convencerse de que el salmorejo es mejor que el gazpacho, dónde vamos a parar.

EL REY DE LOS PATIOS

Recorran por la mañana, mientras buscan desayuno, la calle Julio Romero de Torres, donde siempre huele a café. Las fuentes perlan sus esquinas, sostenidas por columnas, mientras patios abiertos al curioso nos dan los buenos días

Asomen la nariz al número 9, de curioso estilo morisco, y lleguen hasta la plaza de Gerónimo Páez, frente al Museo Arqueológico. El propio patio del museo es una delicia, con su fuente central, las estatuas romanas y los mosaicos que confirman la riqueza cultural de Córdoba.

Una vez desayunados, es hora de encaminarse a la mezquita omeya. El rey de los patios es el que preside su entrada, famoso por los naranjos que le dan sombra y aroma. Antiguo lugar donde los musulmanes se lavaban antes de ingresar al templo, es ahora un recinto abierto donde se puede imaginar las hechuras de la mezquita

Eurostars Patios de Córdoba nos recibe en su patio del siglo XVIII.

Eurostars Patios de Córdoba

Es necesario entrar para hacerse una idea, pues la imaginación no basta para concebir el bosque de columnas y arcos que sostienen el techo. Sitúense frente al mihrab y pierdan su mirada en los mosaicos que artistas bizantinos llegados desde muy lejos crearon para los emires de al-Ándalus: formas y líneas sinuosas que reproducen árboles, flores y plantas

En Córdoba, el patio se encuentra presente hasta en los rincones más insospechados. Sólo hacen falta ojos para encontrarlos.

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